08 enero 2007

SI ERES LIBRE, ESTO ES MARTE


La convivencia, en último extremo, acaba dependiendo de la honestidad y honradez del gobernante. Claro que, en estos tiempos (y en todos los anteriores) suponer esas virtudes en quienes ansían manejarnos y conducirnos es un ejercicio de estupidez.

O sea, veamos: al día siguiente de que el presidente del gobierno proclamara que estábamos mejor que hacía un año y que el año próximo aún más, la realidad se presentó en son de venganza y, tras matar y destruir, sometió al presidente a lo que debiera haber sido el umbral de la autocrítica "marxística". No ha sido así porque los tiranuelos que se aúpan sobre mentiras son contumaces y poque los pueblos sometidos a falsedades crecientes suelen carecer de capacidades de crítica inteligente.

Por eso urge plantearse el asunto sin las dificultades añadidas por las viejísimas ideologías que empezaron a invadirnos en el Siglo XVIII sin más interés que subir o bajar del poder a unas élites ineptas. Para ello, nada mejor que hacer una pregunta hipotética, o una hipótesis preguntona: "Si en el año 78, cuando la constitución, la gente hubiera tenido acceso al conocimiento de los cambios que iba a soportar, ¿hubiera votado lo que votó?" O sea, coge usted la prensa y los discursos majaderos que hemos podido leer en cadena desde 1978, y se los da como cartilla de lectura a la población de Diciembre de 1978 y pregunta: ¿Alguien os advirtió de esto, o sea, de lo que venía? Porque lo andaban cavilando los políticos y su arte consistía en disimular lo que cualquiera con más de 10 neuronas podía ver venir.

Si hubiera habido libertad entonces, se nos hubieran explicado las posibilidades de los asesinatos incrementados, de la salvaje subida de impuestos y de precios; la corrución endémica, el manejo de las mentes al grito de libertad... Y se nos hubiera ocurrido que para tomar decisiones sobre lo futuro es necesario conocer lo que de verdad está sucediendo para confeccionar ese futuro de espaldas a la voluntad de la gente.

Pero no había esas libertades ni las hay ahora. Los proyectos políticos son secretos y no coinciden con las promesas electorales. Por eso, una sencilla lectura de la prensa y una inspección de la televisión de los años sucesivos hasta hoy, hubiera descuartizado cualquier votación positiva hacia las propuestas olíticas de aquellos tiempos.

Lo mismo si, el 13-M, mientras se cercaban sedes partidistas, se hubieran conocido las sandeces pronunciadas desde entonces, las medidas apropiadas adoptadas desde entonces, la personalidad de los protagonistas de los últimos tres años y medio o la furia iconoclasta de los nemorosos que tienen fijaciones mórbidas por 1931, 1934 y 1936. No hubiéramos visto el vuelco zapatero ni hubiéramos llegado a estos niveles de confusión.

No se puede, de ningún modo, pedir a la gente que valore las propuestas de futuro si o se conocen esas propuestas, si no dispone de elementos de juicio superiores a la fe ideológica o al odio consuetudinario. O, en otras palabras: no se debe poner lo futuro en manos de los que lo ignoran, a no ser que sea absolutamente imposible que un partido o coalición inclumpla las promesas electorales. Ni menos contando con que los socialismos y sus primos sólo han usado en su historia un único sistema: la mentira gorda. Como los liberales, pero sin guardar tanto las formas.

Cualquier otra posición, como la de votar sobre lo que desconozco y se me oculta, sólo es firmar un talón en blanco para los comerciantes del poder, no precisamente famosos por su veracidad y honestidad.

Es decir: ¿Hubiera sido posible la España de hoy si, en cualquiera de los años anteriores, hubiéramos podido saber, leer, ver o imaginar lo que iba a pasar, tan distinto de las promesas supuestas? Y, sin embargo, nos consta que las líneas fundamentales de esta evolución social hacia la injusticia, la mentira y la falta de independencia, fueron previstas por muchas y hasta leídas por no pocos.

Quizá haga falta monstrar a los españoles una norma básica de supervivencia: "Lo que prometen siempre es falso". Lo que dicen hacer es sólo fantasía. No creas en los argumentos de los que quieren venderte un coche usado. O sea, cosas así, prácticas, consagradas por el uso. O eso o las estafas más descaradas de la historia contemporánea de España.

El Rector del Colmillo.

El humano, aún el que se imagina vivir en el espacio exterior, puede prever. de hecho la mayoría de sus funciones intelectuales están encaminadas a ello: a presuponer lo que vendrá y tomar medidas. Una simple novela de Ciencia Ficción, bien escrita y documentada, sería mejor aviso de navegantes que cualquier programa electoral. ¿O es que suponemos que Zapatero dejará culminar la legislatura sin volver a su obsesión de pactar con la Eta y redimirla de pecado o que, ahora que le ha fallado "la paz" con Eta, no incrementará la presión salvaje sobre la "memoria histórica"?

¿Nadie vió -o sí- que la tontería de Aznar, de no presentarse a más de dos elecciones amilanó a cierta derecha, que se sintió en el vacío y sin fuerza para empezar un lider de nuevo? Por Dios: ¿es que los tontos deben heredar definitivamente la tierra?

Algo hay perfectamente seguro: no sucederá nada de lo que nos dicen.

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