15 enero 2007

EL FUTURO TIENE CULPABLES

Siempre se habla de quienes construyen el futuro, incluso ahora, cuando consta de forma explícita que el futuro hacia el que se nos lleva no es el que las gentes quieren sino el resultado de siglos de enseñanza machacona de los poderosos al pueblo, que no se juega el poder sino la libertad.

Si se siguen los efectos de la bomba de Barajas y de la manifestación sindical posterior, queda clara la descocada manipulación de la noticia y de como el foco de culpabilidad se ha conseguido pasar del Psoe, que era quien negociaba y prometía una España mejor, al PP, que lleva bastantes años siendo sometido al ostracismo por no ser otro Psoe, como los demás partidos. El Psoe comunista, el Psoe socialista, el Psoe separatista, el Psoe de Prisa.

Avergüenza, y no poco, la ninguna consideración a la dignidad del hombre que tienen los medios de información. De hecho, los medios son, en sí, la negación de la honradez intelectual, de la valoración particular sobre los intereses comunes. La substitución de la verdad por la conveniencia. El triunfo de la tiranía que, como todas, arrebata la voz y hasta el pensamiento íntimo. Si alguien cree que con estos medios privados alguien puede ser libre y confiado, diga la fórmula.

El futuro que viene no tiene esforzados autores sino culpables bien pagados y, más, la inutilidad del conocimiento de la actualidad. La Memoria histórica, además de tender hacia la venganza del chucho apaleado, es una condición necesaria y, en el caso español, empezó a ser poderosa en los años sesenta del siglo pasado. Una condición para poder ser creído por un pueblo que, en los últimos 40 años, ha sido capaz de creerse todo, lo verdadero con lo falso, lo necesario con lo inútil. Y ese futuro con culpables no es bueno. No es ni siquiera razonable y además desprecia lo sabido desde hace muchísimo: La perversión social que se genera y canaliza por los partidos políticos. El Partido sofoca la libertad. El Partido es la tiranía antidemocrática.

Y no hay excusas. Digámoslo en forma de parábola, que es sistema que suelen usar los manipuladores: Éranse tres arquitectos con sus capataces y cuadrillas, que tenían que construir un único edificio, pero cada uno tenía sus planos, distintos a los de los demás. Lo que una cuadrilla hacía lo deshacía otra y, todo lo más, el edificio adoptaba una forma nada segura. Unidad, decían. Libertad, decían. Pero la misma cosa con tres planos no resistirá. Que a lo mejor es lo perseguido para cobrar del seguro. Lo que no es es eficaz como método.

La nación que tuvo como ley fundamental una que prohibía los Partidos políticos por ser maquinarias para desatar furias y vientos de ira, retrasar las cosas urgentes y volver urgente lo inútil, no puede ser ciega y sorda al hecho de cómo se cambian los criterios de todo por medio de esos Partidos, que ya sabemos estériles, divisores y furiosos. Alguien, un día u otro, tendrá que dar explicaciones porque es injusto conducir una y otra vez al pueblo español a los mismos cenagales sabiendo que son cenagales.

El gobierno socialista, por las razones que sean- decidió hacer reuniones con los terroristas y asimilados (comunismos en general) en busca de una paz. O sea, de un consenso. Nueve meses después, escogiendo un momento de entusiasmo del entusiasta residente de la Moncloa, voló una terminal del aeropuerto de Barajas. Murieron dos hombres.

Tras tanto tiempo de cernerse la información sobre la supuesta paz, y sin escatimar las glorias de Zapatero, aquello era un golpe que le quitaba del bigote el posible éxito electoral en las elecciones autonómicas. El político sólo sabía que aquel era un coste que no se podía pagar, o sea, el coste de la verdad que amanecía, casi limpia, sobre los españoles cegados por el mundo paralelo de la información trapacera. Tras tres días de silencio, habló y lo hizo para negar todo lo que pudo: Aquello había sido un accidente; no había por qué cerrar los diálogos (porque la Eta podía largar otro torpedo a la línea de flotación) y, como ahora se oye en las cadenas, era seguro que la Eta no quiso matar a nadie.

LA realidad era muy ingrata y, como suele suceder, se decidió cambiarla con gran manipulación de campaña; enseñar a los que habían visto la atrocidad lo que en realidad vieron y, de paso, señalar a otros culpables. En poco, han sabido llenar las calles -y las TV- de personas furiosas que critican a Rajoy por estar contra la unidad de acción contra la Eta, que le llaman "los de siempre" y le recuerdan que la "finca no es suya". Acabamos de ver en Cuatro, en el programa de García Campoy, cómo un viejales desgreñado que responde por Arturo, destripaba sañudamente la democracia al grito de viva la democracia, descalificaba al PP hasta la cuarta generación y llamaba, lleno de originalidad, fascista a una periodista que tuvo la desgracia de no estar de acuerdo. Concha García Campoy, la conductora -conductora, sí, eso- ha exigido al greñudo pelicano que retirara semejante insulto. El ofensor presunto ha dado vueltas y más vueltas como perro que va a echarse y, naturalmente, no ha retirado nada, no en vano se abrieron los teléfonos para que la gente sin graduación insistiera en que en la manifestación echaron de menos a Rajoy, a cargos del PP y, claro, a los obispos, que todo esto debe ir en el mismo cesto.

La atención, como conviene, se ha trasladado del Psoe y la Eta a Rajoy y el Obispado General y, con una nueva polémica, alejada de la bomba originaria, se está intentando que el atentado se convierta en algo no sucedido, el famoso accidente; algo cansado; pegajoso; que no vale la pena ni mencionar. Más usan los contrarios los viejos y exitosos argumentos: el Prestige, la guerra de Irak y la implable mentira del PP. ¿Nadie siente vergüenza?

Avergüenza la idea de cambiar el contenido de los hechos y avergüenza que una cantidad de españoles lo consientan y se conviertan en agentes intoxicadores. Todos culpables del futuro, incluida esa derecha que está a la defensiva siempre y que, aún con toda la razón de su lado, ha permitido que la intoxicación más descarada y salvaje se llevara a cabo sin oponer más que algún balbuceo.

Otra cosa será saber si la mayoría de españoles son tan hueros o tan malvados como los que han cogido los micrófonos en televisión y se han decantado por la tiranía informativa que hace burlas a la realidad y vence. Puede que no. Puede que algo quede del recuerdo de lo que de verdad pasó. Puede que muchos se sientan avergonzados por estar obedeciebdo a gentuza de la peor calaña.

Pero algo hay que hacer para salir ya mismo de este futuro ajeno, distinto del mundo real, en el que nos han encapsulado muy bien, para nuestra vergüenza. El futuro, que es hoy, tiene culpables y no constructores. Y merecen su sanción.

El Rector 007

08 enero 2007

SI ERES LIBRE, ESTO ES MARTE


La convivencia, en último extremo, acaba dependiendo de la honestidad y honradez del gobernante. Claro que, en estos tiempos (y en todos los anteriores) suponer esas virtudes en quienes ansían manejarnos y conducirnos es un ejercicio de estupidez.

O sea, veamos: al día siguiente de que el presidente del gobierno proclamara que estábamos mejor que hacía un año y que el año próximo aún más, la realidad se presentó en son de venganza y, tras matar y destruir, sometió al presidente a lo que debiera haber sido el umbral de la autocrítica "marxística". No ha sido así porque los tiranuelos que se aúpan sobre mentiras son contumaces y poque los pueblos sometidos a falsedades crecientes suelen carecer de capacidades de crítica inteligente.

Por eso urge plantearse el asunto sin las dificultades añadidas por las viejísimas ideologías que empezaron a invadirnos en el Siglo XVIII sin más interés que subir o bajar del poder a unas élites ineptas. Para ello, nada mejor que hacer una pregunta hipotética, o una hipótesis preguntona: "Si en el año 78, cuando la constitución, la gente hubiera tenido acceso al conocimiento de los cambios que iba a soportar, ¿hubiera votado lo que votó?" O sea, coge usted la prensa y los discursos majaderos que hemos podido leer en cadena desde 1978, y se los da como cartilla de lectura a la población de Diciembre de 1978 y pregunta: ¿Alguien os advirtió de esto, o sea, de lo que venía? Porque lo andaban cavilando los políticos y su arte consistía en disimular lo que cualquiera con más de 10 neuronas podía ver venir.

Si hubiera habido libertad entonces, se nos hubieran explicado las posibilidades de los asesinatos incrementados, de la salvaje subida de impuestos y de precios; la corrución endémica, el manejo de las mentes al grito de libertad... Y se nos hubiera ocurrido que para tomar decisiones sobre lo futuro es necesario conocer lo que de verdad está sucediendo para confeccionar ese futuro de espaldas a la voluntad de la gente.

Pero no había esas libertades ni las hay ahora. Los proyectos políticos son secretos y no coinciden con las promesas electorales. Por eso, una sencilla lectura de la prensa y una inspección de la televisión de los años sucesivos hasta hoy, hubiera descuartizado cualquier votación positiva hacia las propuestas olíticas de aquellos tiempos.

Lo mismo si, el 13-M, mientras se cercaban sedes partidistas, se hubieran conocido las sandeces pronunciadas desde entonces, las medidas apropiadas adoptadas desde entonces, la personalidad de los protagonistas de los últimos tres años y medio o la furia iconoclasta de los nemorosos que tienen fijaciones mórbidas por 1931, 1934 y 1936. No hubiéramos visto el vuelco zapatero ni hubiéramos llegado a estos niveles de confusión.

No se puede, de ningún modo, pedir a la gente que valore las propuestas de futuro si o se conocen esas propuestas, si no dispone de elementos de juicio superiores a la fe ideológica o al odio consuetudinario. O, en otras palabras: no se debe poner lo futuro en manos de los que lo ignoran, a no ser que sea absolutamente imposible que un partido o coalición inclumpla las promesas electorales. Ni menos contando con que los socialismos y sus primos sólo han usado en su historia un único sistema: la mentira gorda. Como los liberales, pero sin guardar tanto las formas.

Cualquier otra posición, como la de votar sobre lo que desconozco y se me oculta, sólo es firmar un talón en blanco para los comerciantes del poder, no precisamente famosos por su veracidad y honestidad.

Es decir: ¿Hubiera sido posible la España de hoy si, en cualquiera de los años anteriores, hubiéramos podido saber, leer, ver o imaginar lo que iba a pasar, tan distinto de las promesas supuestas? Y, sin embargo, nos consta que las líneas fundamentales de esta evolución social hacia la injusticia, la mentira y la falta de independencia, fueron previstas por muchas y hasta leídas por no pocos.

Quizá haga falta monstrar a los españoles una norma básica de supervivencia: "Lo que prometen siempre es falso". Lo que dicen hacer es sólo fantasía. No creas en los argumentos de los que quieren venderte un coche usado. O sea, cosas así, prácticas, consagradas por el uso. O eso o las estafas más descaradas de la historia contemporánea de España.

El Rector del Colmillo.

El humano, aún el que se imagina vivir en el espacio exterior, puede prever. de hecho la mayoría de sus funciones intelectuales están encaminadas a ello: a presuponer lo que vendrá y tomar medidas. Una simple novela de Ciencia Ficción, bien escrita y documentada, sería mejor aviso de navegantes que cualquier programa electoral. ¿O es que suponemos que Zapatero dejará culminar la legislatura sin volver a su obsesión de pactar con la Eta y redimirla de pecado o que, ahora que le ha fallado "la paz" con Eta, no incrementará la presión salvaje sobre la "memoria histórica"?

¿Nadie vió -o sí- que la tontería de Aznar, de no presentarse a más de dos elecciones amilanó a cierta derecha, que se sintió en el vacío y sin fuerza para empezar un lider de nuevo? Por Dios: ¿es que los tontos deben heredar definitivamente la tierra?

Algo hay perfectamente seguro: no sucederá nada de lo que nos dicen.

01 enero 2007

NÜREMBERG PARA COMUNISTAS




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