07 agosto 2006

¿LA SOCIEDAD MENOS INJUSTA?

D. Benigno Pendás, profesor de Historia de las Ideas Políticas, ha escrito una Tercera de ABC, bajo el título de "La sociedad menos injusta", donde termina con una verdad enorme: visto lo visto y cómo andan por esos mundos, la nuestra es la sociedad menos injusta del mundo, que no es exactamente lo mismo que decir que somos una sociedad justa.

Aunque hay que decir que, siendo los menos injustos, nuestra sociedad ha hecho los estados más criminales, seguramente porque somos los más técnicos, industriales e industriosos y el que tiene buenas armas las usa con satisfacción.

La Tercera de D. Benigno Pendás, bajo el título, trae un subrayado de la editorial misma: "...Según las pautas del Estado de Derecho, la defensa de la democracia justifica la vigilancia estricta de los "Predicadores del odio", centro y eje del tejido social que sustenta a los criminales..."

Algo por el estilo hicieron los Padres Republicanos con la ley para la defensa de la república, cuya música hace siglos que se canta en España y en lo que parece España y es Universo: "Muera quien no piense como pienso yo". O sea que, si la democracia es un estado de opiniones, es difícil desde ella discernir qué es el odio y quiénes lo predican, porque ahí tenemos, de árbiter bonorum, al comunismo con sus monaguillos socialistas y a los separatistas que gritan que la Unidad de España NO es un bien moral: luego debe ser un mal.

Será deformación causada por Aristóteles, pero la Junta de Rectores de Trapisonda ve cada día bastantes prédicas del odio que no sólo quedan impunes sino que son jaleadas por los medios de información y consideradas justo un pelo por debajo de la verdad revelada por Smith y Marx. Cierto que D. Benigno Pendás se refería especialmente a la morería, a la morisma mahometana, tan intransigente, tan inmiscible y tan decidida a vencer a nuestra Sociedad-menos-Injusta. Debemos respetar a los musulmanes sin pedir nada a cambio y debemos aceptar que vengan a cubrir el espacio en blanco -por extinción- de los proletarios. De la plebe. Y que prediquen aquí su Sharía de allí y nos llamen, que nos llaman, "perros cristianos", o sea, rumíes, que no sé que tenía Mahoma con los perros, que fueron talmente exterminados en el Califato.

Pero para predicar odios no es imprescindible ser morito. Lo que está haciendo el señor Zapatero, en nombre de la memoria interrupta, es desenterrar muertos discutibles para forzar la discusión y demostrar inocencias y maldades para satisfacer el odio y reverdecer el resentimiento. Una prédica de la muerte y una espuela para la venganza justa.

¿Debería el estado de Derecho, para defender la democracia, silenciar a los nemorosos que resucitan matanzas y que son "centro y eje del tejido social que sustenta a los criminales"? ¿Aunque se trate de un tejido social no moruno? Porque Trapisonda ha visto la descarga de los Medios de Información sobre unos descendientes de fusilados por nacionales, que los han desenterrado de descampado pero han exigido que no se les envolviera en símbolos republicanos. ¿Cómo se habrán atrevido -dicen los medios- a no excitar un poco más los ánimos?

La Junta de Rectores Juiciosos.

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